LA ONTOSEMIÓTICA Y LA TRANSVERSALIDAD DISCURSIVA-NARRATIVA.
Luis Javier Hernández Carmona.
Laboratorio de Investigaciones Semióticas y
Literarias (LYSIL)
Universidad de
Los Andes. Trujillo.
Desde las conocidas propuestas de Saussure, existe
una preocupación por la dinámica que opera entre enunciado-enunciación y su
operatividad dentro de la semiosis y sus diferentes variantes. En esas
dicotomías, recurren diversos elementos que van desde el enunciante hasta el
espacio y tiempo de la enunciación, incorporando lógicamente, el discurso y la
historia como formas de interpretación de las relaciones de significación y
resignificación.
Es la semiótica una de las metodologías que ha
intentado desde sus diversos enfoques dar respuesta a las ‘formas de narrar’ el
mundo; unas veces desde el texto, otras a partir del contexto, y en esta
oportunidad, proponemos una revisión académica en base al sujeto enunciante que
construye desde la enunciación, mundos de la representación que son una
respuesta a lo individual-comunitario.
Bajo el razonamiento anterior, surge la Ontosemiótica
como metodología de análisis del narrar como reconfiguración de la memoria
individual-comunitaria a partir del sujeto enunciante que construye un objeto
enunciado en función de un espacio sensibilizante. Propuesta que permite
abordar diferentes y diversos discursos para reconvenir sobre la impelencia de
lo óntico a través de la filosofía del lenguaje, y fundamentalmente, desde la antropología
filosófica de Paul Ricoeur y el giro semiótico de Paolo Fabbri.
Como Ontosemiótica[1]
queremos inferir una semiótica intermedia entre la que podríamos considera
críptica y la semiótica critica de la cultura. La primera es aquella que se
radicaliza en el texto, quizá la mejor notación sea la de un análisis
morfosintáctico, donde el texto es recurrencia directa de una estructuración
lingüística apegada a la norma. La segunda es la que hace énfasis entre el
texto y el contexto, la gran lectura de los textos dentro de un conglomerado
social a partir de las tensiones y distensiones que producen las
referencialidades culturales; los contextos que se transfiguran en
textos/testimonios legitimantes de un espacio del cual el enunciante es un
producto sustancial y sustentable. En todo caso, nos referimos a la semiótica
que privilegia al enunciante manifestado a través de la cadencia del texto, y
el texto a manera de acto volitivo del enunciante, encuentro entre el acto
consciente e inconsciente del productor del discurso desde donde es posible
tratar de abordar las diferentes coordenadas de sentido, la significancia
referida por Barthes, para intentar nominalizar las disímiles variables de
significación dentro de una contextualización determinada.
El texto
literario no es una instancia autónoma como lo quiso ver la semiótica críptica
o aislante, al volcar su atención privilegiada sobre el texto y sus relaciones
intrínsecas de significación, alejándose tanto del ser enunciante como del
contexto real o evocado que sirve de escenario a los discursos literarios. De
allí los intentos de la semiótica vinculante, y la semiótica crítica de la
cultura por ampliar los horizontes metodológicos al incorporar lo sociológico a
los análisis literarios. Lógicamente, esta consideración de socio-semiótica
incluye otras disciplinas que enriquecen los enfoques interpretativos. Ahora
bien, si la esencia de la representación lingüística del mundo consiste en la
figuración de hechos mediante hechos en virtud de una forma idéntica, entonces
la forma del mundo y del lenguaje no puede a su vez ser figurada, y esto
significa: ser representada lingüísticamente; pues para ello la representación
lingüística tendría que poder adoptar una posición fuera de su forma de
representación, lo cual es imposible a priori. Por consiguiente, la forma a priori del mundo se anticipa a cada
representación del mundo como condición de su posibilidad; “se muestra” cada
vez sólo en la estructura lógica de la representación, como consta en
Wittgenstein.
Es un intento de explicar lo subjetivo a través de la
construcción de sistemas de relación con el contexto que se transfigura en
experiencia sensible al configurarse como en semiosis interviniente dentro del
proceso de intersubjetividad definido por Husserl dentro de la operatividad:
autor-texto-lector-contexto. Y donde el subjetivema es isotopía para la reconstrucción
de sentido que involucra por transposición una sensibilidad cultural que se
transfigura en sensibilidad trascendente y trascendida. En todo caso, es una
transferencia del cuerpo sutil a la topología de la cultura como finalidad de
la Ontosemiótica.
Sólo en virtud de la correspondencia
semántico-categorial con una estructura ontológico-categorial de un hecho real
se puede concebir la proposición lingüística según Wittgenstein como una
figuración de la realidad. Proposiciones ontológicas hablan de hecho
implícitamente sobre la forma del lenguaje.
Los personajes son
metáforas de la sensibilidad, entes causales que soportan el efecto de la
creencia, pertenecen a lo veritivo, a más de lo verídico de la realidad, “Y eso
sin duda es lo que hace que la obra literaria alcance a veces a decir más,
incluso sobre el mundo social, que muchos textos con pretensiones científicas”
(Bourdieu, 1992, 63); por lo tanto, la ficción es una manera de tomarse la
realidad en serio a través de la construcción de un efecto de realidad que no
niega la realidad evocada, sino crea un eje de la representación que permite
establecer una reflexión sobre el espacio social metaforizado en la obra
literaria, creando una objetivación desde la ficción; “Objetivar la ilusión
novelesca, y sobre todo la relación con el mundo llamado real que supone,
significa recordar que la realidad que nos sirve de medida de todas las
ficciones no es más que el referente reconocido de una ilusión (casi)
universalmente compartida” (Bourdieu, 1992, 65); entonces, leer no es una
verdad absoluta, sino muchas visiones de
realidad al mismo tiempo, y donde obviamente, la sensibilidad trascendente
juega un ºpapel fundamental.
En este sentido, la noción de nación
iberoamericana será el espacio donde antagonizan por el poder distintos
proyectos nacionales, o donde distintas memorias compiten por el poder bajo la
postura ideológica, bien sea, de una región racional/empírica o una región cósmica.
Ambas, antagonizadas por la memoria de la historia (discurso del poder europeo)
frente a la memoria de la ahistoria (discurso del poder iberoamericano). Esto
no es nuevo pero si relevante cuando se trata de construir una noción de nación
iberoamericana sin atender a sus especificidades históricas y culturales
y sin considerar al ser heterogéneo como agente productor de discurso.
Y dentro de estas antagonizaciones
discursivas, el mestizaje es un proceso dicotómico que sirve de piso o base al
planteamiento que queremos formular, no sin antes aclarar, que el mestizaje es la máscara armónica de lo
obviamente desgajado y beligerante. Es la negación del profundo conflicto de
las sociedades iberoamericanas al pretender homologar las disimilitudes y
conciliar los pasados en función de una concepción de ciudadanía.
El ser heterogéneo, en este sentido, se ubica
entre la posicionalidad (característica ideológica} y la memoria (ser
autoelaborado); de lo cual, posicionalidad, locación y memoria, parecen surgir
a manera de centros del debate político e intelectual de comienzo de siglo.
[1] Tradicionalmente,
la definición de Ontosemiótica está relacionada a la matemática en función de
la relación del conocimiento matemático con la intención didáctica,
privilegiando las relaciones cognitivas. Mientras que nuestro enfoque parte de
un primer estudio realizado en Maracaibo, sobre Hermenéutica y semiosis en la red intersubjetiva de la nostalgia,
donde propusimos una semiótica de la afectividad-subjetividad como metodología
de análisis del discurso, y a raíz de esa investigación, surgieron varios
proyectos de investigación que fueron financiados por el CDCHTA, entre ellos: La nostalgia en el proceso creador de
Vicente Gerbasi, (NURR-H-422-07-06-B),
Bolívar, el humano ser (NURR-H-456-08-06-B), y El proceso independentista, una lectura semiótica.(NURR-H-486-10-B).
Además, la publicación y divulgación de estos estudios permitió confrontar
nuestra propuesta con otras ideas, de las cuales derivó la inclinación por la
definición de Ontosemiótica, como una forma definir una semiótica del sujeto y
la sensibilidad cultural, bajo las relaciones intersubjetivas implícitas en los
diversos discursos. Y en este sentido, proponer una metodología para los
estudios literarios, y de ser posible, generar un libro texto para los alumnos
de Teoría Literaria.
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